Por conocida y graciosa que suene esta frase, encierra en lo más
profundo una de las creencias que limitan seguramente a más de una persona. Desde que somos niños nos
enseñan a deslindar responsabilidades, a culpar al resto de nuestros actos. De hecho culpar y justificarse es el deporte favorito de más de uno.
El
otro día vi como un niño se resbaló y se cayó. Cuando la mamá llegó para consolarlo, comenzó a "pisotear" al piso al mismo tiempo
que decía “Piso malo”, "Pégale al piso que te golpeó" ¿Les suena familiar? ¿Cuál creen que es el mensaje que
está recibiendo ese niño? Sí efectivamente, que la culpa y la responsabilidad siempre la tiene "el otro". ¿Qué creen que va a pasar si esta escena se repite constantemente y ese niño llega a tener 20, 30 o 40 años? (ver también 7 Consejos Para Criar Niños Inseguros y Con Poca Autoestima)
Muchas veces también decimos y escuchamos frases como “se” cayó el vaso,
“se” rompió el adorno, “se” acabó el champú, como si los objetos inanimados
tuviesen vida y por voluntad propia decidieran caerse, romperse o acabarse. Definitivamente
hay un responsable detrás. ¿Quién creen que es?
Y en la vida cotidiana, ni que decir, frases como “no sonó el
despertador” “el tráfico estaba pesado” y la que más me gusta “el avión me
dejó” (pobrecito lo dejaron solito. Tanto así que en inglés no se dice "the plane left me here, alone". Se dice "I lost my flight: Yo perdí mi vuelo")
Sin darnos cuenta,vamos por la vida sin tomar consciencia
que somos nosotros los responsables de no poner el despertador correctamente,
de salir tarde y agarrar tráfico o de perder el vuelo casi en el 99% de las veces.
A menudo estoy seguro que han escuchado a personas soltar frases como “mi marido me enferma”, “mis hijos me dan cólera”, “mi jefe
me pone de mal humor”, “la tecnología me estresa”, etc. Sin darnos cuenta que
el poder está en nosotros y no en ellos. No son ellos, somos nosotros. El
marido no me puede enfermar, mis hijos no me pueden dar cólera, mi jefe no me
puede poner de mal humor, la tecnología no me puede estresar si yo no se lo
permito.
A quién le estoy dando el poder sobre mi estado emocional, ¿a ellos?
Hasta que no cambie mis creencias y tome consciencia de que nadie me puede
enfermar, dar cólera, ponerme de mal humor o estresarme si yo no se le permito,
seguiremos viviendo en ese mismo círculo vicioso creyendo que es el otro el que tiene que
cambiar y no yo.
¿Pero sabes qué es lo más bonito de todo esto, de saber que el responsable soy yo? Que
cuando yo lo decida, yo lo puedo modificar, y yo lo puedo cambiar. Ya no dependo
de que el otro cambie. Dejaremos de ser víctimas circunstanciales de la vida, de la mala suerte o del mal karma y finalmente entenderemos que el poder lo tienes tú y eres tú quien decide. Si no lo crees, tranquilo, descuida, no te preocupes, a ti nunca te va a pasar.
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